La
Inquisición no fue una institución que se creó acabadamente como
la conocemos durante la expulsión de los judíos de España en 1492
y en su nefasta actuación con los conversos. Fue creciendo
gradualmente y adaptándose a los acontecimientos históricos que se
dieron en Europa durante la Edad Media y el Renacimiento.
Veremos
entonces en éste primer módulo los comienzos de la Inquisición en
Europa durante el siglo XI, cuándo aparecen las primeras
inquisiciones, por qué se instauró y en qué consistieron.
Podemos
distinguir tres formas de Inquisición:
Inquisición
Episcopal.
Inquisición
Pontificia.
Inquisición
Española.
Veremos
cada una de ellas.
Contexto
histórico
Recordemos
un poco de historia: las invasiones de los bárbaros al viejo imperio
Romano habían finalizado con la conversión a la cristiandad, de los
príncipes y reyes de estas tribus que provenían del norte.
El
Imperio Romano se había dividido en dos en el año 395 de la ec.: al
Este, el Imperio Bizantino, con capital en Constantinopla, hoy
Estambul, y al Oeste, el Imperio Romano con capital en Roma. También
se había dividido la iglesia cristiana en dos: la Iglesia Romana y
la Iglesia Ortodoxa Griega, desde el año 867 de la ec. El intento de
Carlomagno de crear un nuevo Imperio Romano con base y fuerza en
Alemania había fracasado con su muerte en 814. Los moros dominaban
el norte de África y la Península Ibérica hasta los Pirineos. Ya
había comenzado la reconquista desde León, Castilla, Navarra,
Aragón y Barcelona, donde los príncipes cristianos luchaban para
conquistar territorios presionando a los moros hacia el sur.
Mientras
tanto, el papado se fortalece en Roma y comienza a influir
marcadamente sobre los diferentes reinos cristianos. Se consolida el
canon del cristianismo definiendo la Ortodoxia tal como la conocemos
hoy. Los dogmas de fe tales como la virginidad de María, la
Trinidad, y el más importante para nosotros y el que acentuó el
poder de la Iglesia Romana fue el concepto de Salvación.
Definición
de conceptos y terminología
Entonces
quiero definir cuatro conceptos de importancia: ortodoxia, salvación,
herejía e indulgencia.
Ortodoxo
según el Diccionario de la Real Academia Española, desde ahora
DRAE, significa: "conformidad con el dogma de una religión."
Salvación:
según el DRAE es: "consecución de la gloria y
bienaventuranza eterna." Según el Espasa Calpe, de acuerdo
a la concepción teológica es: "la obtención del último
fin del hombre, entrando el alma en el cielo, en contraposición a la
frustración de dicho fin por la eterna condenación en el infierno."
Dijimos
entonces que se define la ortodoxia católica y se impone el criterio
de salvación. Surge el término hereje y herejía. Veamos la
definición de éstos vocablos:
Según
el citado DRAE, hereje significa: "Cristiano que en
materia de fe se opone con pertinacia a lo que cree y propone la
Iglesia Católica."
Herejía
según el DRAE es: "error en materia de fe sostenido con
pertinacia."
Vemos
en esta definición de hereje un punto muy importante a tener en
cuenta: hereje es un cristiano, o sea que no puede serlo un judío o
un musulmán. Un judío podía ser entonces sospechoso de herejía
desde el momento en que se convertía al cristianismo, no antes. La
Inquisición no persiguió a los judíos, persiguió a los judíos
conversos.
Por
último la palabra indulgencia que significa según el DRAE:
"remisión que hace la Iglesia de las penas debidas por los
pecados."
Inquisición
Episcopal
Hechas
estas aclaraciones volvamos a la Historia. El edificio de la
Inquisición comenzó a construirse varios siglos antes de la gran
conversión de judíos españoles al final del siglo XIV.
Una
vez establecida la ortodoxia, las desviaciones de ella son
inquiridas, estudiadas por el obispo de cada diócesis y de
comprobarse el delito, son castigadas. Ésta es la primera forma de
Inquisición conocida como Inquisición Episcopal. Los castigos en
estos casos eran castigos y penitencias canónicas, como ser asistir
en ocasiones determinadas a la iglesia, rezar determinadas oraciones,
hacer ayunos, etc.
Mientras
tanto, la autoridad del papado sobre los reyes y príncipes
cristianos se afianza, los reyes reinaban por mandato divino y para
su coronación era necesaria la bendición romana. Además, el papado
comienza a administrar las indulgencias.
Inquisición
Pontificia
Veremos
entonces cómo una serie de hechos que al parecer son sin relación,
comienzan a configurar otra forma de Inquisición.
En
el año 1095, el papa Urbano II difunde la necesidad de una cruzada
para reconquistar Tierra Santa que estaba en poder del Islam. Para
reclutar voluntarios, afirmó que una cruzada a Tierra Santa era el
sustituto de una penitencia cualquiera e implicaba una remisión
total del pecado. Esto dio lugar al comienzo de las Indulgencias.
Al
principio, una cruzada suponía penas y sacrificios muy arduos para
un cristiano y la única forma de obtener indulgencias, pero
con el tiempo y con las necesidades crecientes de fondos, éstas
indulgencias se fueron extendiendo a todos los que ayudaban con
bienes o dinero a los cruzados, y luego se comenzaron a vender por
ejemplo a los peregrinos a Roma para la construcción de la catedral
de San Pedro, hasta que finalmente se vendieron por cualquier motivo
y por sumas ínfimas
Otro
hecho importante fue que a mediados del siglo XIII se fundan las
órdenes mendicantes: los franciscanos y los dominicos.
Santo
Domingo y San Francisco predican la austeridad, la beneficencia y la
caridad, retornando a las fuentes primitivas del cristianismo y
haciendo votos de pobreza. Estas órdenes tienen un crecimiento
rápido. En pocos años construyen monasterios en casi todas las
ciudades de Europa. Estos monjes mendicantes hacen un marcado
contraste con el opulento clero episcopal establecido. Dependen
directamente de Roma. Su ortodoxia es extrema. La Orden Dominica es
encargada por el papa para predicar el evangelio y actuar en alguna
región infectada de herejía. También se ocuparon de la educación
e influyeron y obtuvieron las principales cátedras de las
universidades.
Las
ideas no ortodoxas, paradójicamente, comienzan a llegar a Occidente
de la mano de los cruzados que regresaban de Tierra Santa. Ellas
consistían en considerar que Cristo no había creado una iglesia
organizada, entonces –decían– la enseñanza católica acerca de
las imágenes, los santos, el bautismo de los infantes, la inmaculada
concepción eran falsos. Estas ideas se difundieron rápidamente por
Occidente. Los herejes sostenían que las únicas garantías de
salvación eran la castidad, la pureza, el ascetismo, la humildad,
virtudes que ellos (los herejes) practicaban y el clero establecido
no. Esta herejía se inició en el sur de Europa y se expandió
rápidamente tomando diversos nombres: cátaros, arrianos,
albigenses, valdenses, dependiendo del líder o de la región donde
predominaba. La Iglesia se sintió aterrorizada por la posibilidad de
un nuevo cisma y de una desintegración de la cristiandad
El
Papa Inocencio III reaccionó y envió varias inquisiciones de los
monjes cistercienses y también a Domingo de Guzmán (que luego fuera
canonizado Santo Domingo). Si bien consiguieron algunas
retractaciones, la herejía continuaba. Finalmente el papa terminó
llamando a una cruzada interna contra los albigenses, en la región
del sur de Francia cerca de los Pirineos, a partir de 1208. Los
cruzados recibían una indulgencia plenaria luego de los 45 días de
servicio, la condenación de sus deudas e intereses, y la posibilidad
de recibir las tierras confiscadas a los herejes derrotados. Estos
beneficios congregaron un ejercito de 500.000 hombres quienes,
capitaneados por el duque de Borgoña y el conde de Monfort,
marcharon hacia la región de Albi. Encabezaban el bando de los
herejes Rogerio, vizconde de Albi, y Raimundo, conde de Touluose. Los
papistas tomaron la ciudad de Beziers, pasaron a cuchillo a 60.000
habitantes, sin respetar a mujeres, ancianos y niños; la saquearon y
luego incendiaron en julio de 1209. La anécdota que quedó de estos
hechos es que los soldados, cuando preguntaron a los prelados como
distinguían entre católicos y herejes, la respuesta fue: "Matad
a todos que luego Dios los distinguirá en el cielo".
Luego
se dirigieron a Carcasona donde se rindió el vizconde Roger y fueron
quemados algunos centenares de habitantes. Pero la fuerza de la
cruzada se debilitó cuando transcurrieron los 45 días necesarios
para alcanzar la indulgencia. El foco hereje continuó vivo en
Touluose, apoyado por su aliado, al rey de Aragón. La lucha continuó
por muchos años hasta que los herejes fueron derrotados finalmente
en 1253.
El
Concilio IV de Letrán de 1215, convocado por el papa Inocencio III,
dictó un reglamento que dio forma a la Inquisición pontificia,
reagrupando disposiciones de los papas que lo precedieron en
concilios anteriores
Los
puntos principales eran:
Toda
herejía debía ser perseguida concertadamente por las autoridades
civiles y eclesiásticas.
Los
procesos deberán ser iniciados de oficio —sin instancia de parte—.
Los
obispos deberán disponer la realización de inquisición en cada
parroquia de su diócesis.
Las
propiedades de los herejes deberán ser confiscadas.
Los
recalcitrantes deberán ser relajados al brazo secular para ser
sancionados.
La
palabra relajar significa según el DRAE: "entregar el
juez eclesiástico al secular un reo digno de pena capital."
En buen romance, los mandaban al verdugo.
Si
bien los papas habían encomendado a los monjes cistercienses algunas
inquisiciones aisladas contra grupos de herejes, aún no había una
Inquisición organizada.
Como
consecuencia de tantos desmanes cometidos a inocentes en la represión
de la herejía albigense, se levantaron voces de protesta en toda la
cristiandad, las que dieron lugar al concilio de Touluose (1229) que
creó el Tribunal de la Inquisición. La Inquisición se encomendó a
la orden Dominicana en donde se conformó un tribunal permanente que
actuaba en concordancia con el obispo de la región infectada por la
herejía, por ello se la denomina Inquisición Pontificia. Es ésta
la segunda forma de Inquisición. Esta institución creada en
principio para mitigar los excesos de las actuaciones no controladas
contra los herejes, finalmente incorporó los abusos de la práctica
anterior y agregó otros.
Además,
los papas impulsaban a los reyes y príncipes a la adopción de leyes
civiles que penaran a los recalcitrantes de herejía con la pena
capital. Para la coronación del emperador Federico II, el papa
Inocencio III insistió para que organice en su imperio la
persecución de la herejía. Federico II sancionó, a instancias del
Papa, leyes que condenaban a los herejes dentro de su imperio, a la
pena de muerte en la hoguera. Con el tiempo, la Santa Sede recomienda
a todos los reyes y príncipes cristianos incorporar a sus
legislaciones locales leyes similares a las del emperador Federico
II.
Veremos
dos ejemplos del pensamiento eclesiástico de aquella época:
Una
bula del papa Bonifacio VIII de 1296 donde determina las
prerrogativas del "poder terrenal" y del "poder
espiritual".
Una
excomunión del papa Inocencio III a Markward de Anweiler quien
intentó oponerse a sus designios.
Ya
en 1231 queda constituido en Roma el tribunal de la Inquisición, o
del "Santo Oficio"; su constitución fue encomendada a la
orden dominica. El primer inquisidor había sido Domingo de Guzmán
quien predicó ante los albigences ya en 1208.
La
Inquisición podía actuar por acusación, por denuncia o de oficio.
Había
tres opciones posibles:
Que
los procesados se presentasen libre y voluntariamente a confesar sus
faltas; en este caso serían sancionados con medidas espirituales,
generalmente leves.
Que
se arrepintiesen solamente por miedo a la muerte; sufrirían entonces
penas de prisión.
Que
se mantuvieran obstinados en sus errores; serían relajados al brazo
secular para que se les aplique la pena de muerte en la hoguera.
Los
inquisidores se dirigían al sitio donde se sospechaba que había un
foco de herejía. Pedían el apoyo de las autoridades locales que
estaban obligadas a otorgarla con pena de excomunión y ser a su vez
acusados de herejes. Se leía un edicto de gracia en la iglesia mayor
donde se detallaba cuales eran los errores contra la fe y se daba un
plazo para el arrepentimiento. Además, se instaba a quien conociera
herejes los delatara. El plazo era generalmente de un mes.
Los
que confesaban voluntariamente eran sentenciados inmediatamente con
penas religiosas que consistían en oraciones diarias,
peregrinaciones, ayunos y multas.
En
el caso de existir pruebas suficientes contra el reo y éste no
confesaba la verdad, se aplicaba el tormento. Los elementos de
tortura eran: el potro, la garrucha y el castigo de agua. Si el
acusado confesaba, entonces era condenado a varios años de prisión
o de galeras, confiscación de bienes, prohibición de ejercer
ciertos oficios para él y sus herederos, llevar vestimentas que
denotaran su condición de arrepentido
En
caso de persistir en su error, era relajado al brazo secular que
aplicaba la pena de muerte. Encontramos entonces un eufemismo. Se
pedía clemencia para el reo por un lado y se impulsaba a las
autoridades civiles (los reyes y príncipes) a promulgar la pena de
muerte para los herejes.
Cuando
había suficientes sentencias y se consideraba que la herejía estaba
conjurada, se hacía lo que finalmente se conoció como acto de fe.
Era una ceremonia que duraba un día entero. Comenzaba a primeras
horas de la mañana, cuando los reos eran llevados a la casa del
inquisidor, en la que se los vestía con una túnica amarilla y un
bonete en pico. Se hacía un desfile hasta el lugar donde se llevaría
a cabo el acto; en general una plaza importante. Se celebraba misa
con un sermón que se refería a lo horrendo de la herejía. Luego se
leían las sentencias, comenzando por las más leves. A los que se
relajaban al brazo secular para ser quemados se los conducía hacia
otro lugar que se llamaba quemadero, donde había preparado una pira
y allí eran quemados vivos.
Esta
Inquisición cumplió con los objetivos fijados de eliminar la
herejía de los reinos y principados cristianos. Luego de algunos
siglos de funcionar fue quedando en desuso y en el olvido. En la
Inquisición Pontificia, las sentencias de los juicios eran apelables
ante la Santa Sede y generalmente los acusados eran absueltos allí
por dinero, posición social o mediante un favor importante a los
ojos de la Iglesia.
Inquisición
Española
Curso
dictado en el CIDICSEF, Centro de Investigación y Difusión de la
Cultura Sefardí por el Ing. Pablo A. Chami. Junio de 1999.
No hay comentarios:
Publicar un comentario